Bríndame cisnes vetustos, un par de escarbadientes,
un cerillo encendido y un alcornoque en llamas ,
atiende luego mis dolencias, mis afectos corrompidos,
un efímero sentido de lo humano, entrégame.
Me defino como un predestinado,
un ente que se ha contenido en mi ser,
la mágica sensación de lo intangible.
Una luz incandescente
se enciende en mi intelecto como una luciérnaga letal.
Como un lucero se elevan los ojos al cielo,
como ardiendo mis emociones
y aunque los senderos de la vida se acorten en cada paso
me levanto sugerente como una serpiente,
con alusiones a tormentosos deseos irreverentes
que siempre detonan entre conscientes avideces.
Bajo el cielo azul estrellado mis codicias se enaltecen,
entre los dientes de los zorros está cada presa encerrada.
Enséñame tu amistad, enciende las hogueras de los infiernos,
alza cada vez tus ojos, advierte tus sortilegios
que yo disemino mientras tanto mis cimientes
gota a gota por aquellos hervideros indeseables...
CARLOS A. BADARACCO
20/6/12
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