Diaz Valero Alejandro José

El libro de Alicia 4/10

CAPÍTULO 4. No soy escritora


Alicia se hizo una mujer fuerte, supo desafiar a las injusticias, viniesen de donde viniesen. Su frente levantada jamás la bajó ante el perverso ni la doblegó ante el tirano;  abrió su alma, eso sí, ante el sufrido y se solidarizó con el más necesitado.


Sus ágiles pasos recorrían las calles del pueblo, su frente sudorosa y su mirada cansada eran parte de su vida; como también lo era el alegarse ante los eventos sencillos, como por ejemplo el ver que brotara una nueva flor en su jardín; oír en la radio una bella canción o el saber que algún familiar iría a visitarla.


Alicia era una mujer con una rectitud demostrada, algunos le temían,  pero la gran mayoría la amaba y la respetaba. Ella siempre supo posicionarse al lado del justo sin importar si con ello enfrentaría después problemas familiares. Era común verla como una fiera defender sus razones; pero también era común verla torcer su brazo cuando comprendía que se había equivocado.


Para ella el perdón era el acto de dignificación de su alma. Cuando había que perdonar lo hacía con el alma y cuando había que pedir perdón lo hacía de corazón.


Siempre pensó en plasmar eso en su libro autobiográfico.

- No soy escritora, lo sé – solía decir, pero para escribir lo que he vivido no hace falta serlo. Nadie podría escribirlo mejor que yo que lo he vivido, ni el mejor escritor, recalcaba sonreída.


Por eso ella seguía tranquila esperando el momento oportuno para sentarse a escribir, tal vez ella pensaba que las ideas son como la lluvia, caen en cascada cuando la tierra más la necesita, quien sabe si en su mundo de mujer espiritual esperaba que esa lluvia mojara su alma y humedeciera la tierra reseca de sus recuerdos.


No hacía falta ser escritora

para escribir su historia particular,

pues con su alma noble y soñadora

quería al mundo su vida contar.


Continuará...