chocolatina
UNA CUCARACHA
Me pregunto si aún vives, amiga cucaracha.
Tal vez acordemos una cita para esta noche,
te espero ahí en el rincón oscuro, iré descalza
como felina y la menor ropa para el calor,
invitaré de mi pomo unas gotas de lluvia
mi asquerosa compañera…
Sabes?, después de todo esa luz que reflejan
las estrellas sobre tus alas no te hacen tan peor.
Te diste cuenta que sobre el tejado estaba tu muerte?
pero tuviste tanta suerte de caer sobre mi cabeza
en el momento justo de nuestra angustia…
Yo sobrevivo aún, pese a que las nubes amenazaban mi lapso
y a mi frente el viento le secó la diaforesis.
De un golpe certero rodaste a mis rodillas,
sofocaste ese grito prohibido
y tus patitas rasgaron mi conciencia, era más indigente mi vida esa noche
y más estúpida que la de ese gato en el tejado esperando por ti.
Confieso compañera nocturna, que tu muerte bajo la suela de mi zapato,
fue remediable por mi aturdimiento.
Aturdimiento que provocaba mi ahogo, y las piedritas embutidas en mis pies.
En un instante, descaradamente te fugaste por la ventana
y me dejaste con el puñado de la noche restante,
me hice partícipe de las sombras lunares y me volví piedra.
Separé los sentidos y me olvidé de ellos,
para no tocar, recordar su sabor, no ver ni oler…pero le escuché
y desperté entre gemidos y cantos.
Quise volverme en ti, una asquerosa cucaracha,
que entra y sale por los rincones
que no le importa la luna ni los guiños de las estrellas,
y sus patitas cargan la ligereza de una vida simple
que no siente, no ama, no llora.
Y que tal vez en una noche como estas, me suba a la barda
y corretee aquel gato distraído,
para que antes de la muerte, juegue con mi suerte
dejándome patas arriba, y un golpe de suerte me reviva,
para caerle a alguien sentada de cuclillas, solitaria
mirando las estrellas antes que el sueño le dome.
Marii Caldera