Me despido de usted
con la gratitud de retribuir
eso que me dejó decir
cuando ambos lo pensamos
yendo juntos de la mano
felices hurgando el cielo
huyendo del orgullo y el celo
caprichosos par de novios
que se drogan de lo obvio
con narcóticos románticos.
Me despido de pura rabia
ya que no me gusta el adiós
pero ya no éramos dos
los seres que tanto se amaban
llega un tercero y acaba
todo por lo que la enamoré
pero bien sabe usted
que lo que termina, se termina
y mi aliento de resina
fue por tragar dolor de ginebra.
Me despido con ganas de nada
y me duele dejarle así
pero ve usted que no es por mi
que así termina este cuento
aplicando con ungüentos
mentiras sobre la ingenuidad
usando mi cama además
con alguien que no soy yo
y como el amor se me cayó
mejor dejarlo donde está.
Pero no llore, princesita
que así menos me largo
esta despedida es un letargo
y no creo de usted toda la culpa
por ese que ahora usurpa
mi lado flaco de la cama
quizás no le puse ganas
a lo bello que se tenía
de la estática alegría
que siempre fue rutina muda.
La quiero como siempre
y me duele tener que marchar
dejar esta vida y empezar
a contar granos de arena
y sustituir por verbenas
los pésimos momentos
resanar con cemento
mi corazón de cristal
que quebrado de aquí se va
y por eso me despido.
Adiós.
Blas Roa