Diaz Valero Alejandro José

El libro de Alicia 6/10

CAPÍTULO 6. Costura y planchado


A Alicia le encantaba la costura, lo cual había heredado de su madre, de quién  adicionalmente heredó una vieja máquina de coser marca “Singer” de esas que funcionan con pedales. Con ella hacía trabajos de zurcido de pantalones y camisas y especialmente de sabanas. Le encantaba fabricar sabanas de retazos de tela.

 

-No soy buena costurera- solía decir – Sólo sirvo para hacer remiendos, puntualizaba. – Y vaya que los hacía

 

Nunca le perdió el amor a su máquina de coser, tal vez porque al sentarse frente a ella le recordaba a su madre y siempre estuvo dispuesta a pegar costuras y a remendar roturas, en un hermoso trabajo de zurcido tal como lo hacía con algunas personas a quienes aconsejaba en los momentos difíciles, como si estuviese zurciendo sus sueños para que continuaran la vida con los remiendos que cada experiencia le dejaba en el alma.

 

La plancha por su parte también era para Alicia una actividad tan importante como el  lavado. El lavado – decía – hace que la persona sienta su ropa limpia, pero el planchado hace que luzca presentable a los demás.

 

Almidonar la ropa al momento del planchado es recuperar esa elegancia al momento de lucir sus prendas limpias – decía con mucha alegría – y vaya que lavó y planchó ajeno siempre cumpliendo con esa filosofía tan de ella y que para nada, molestaba a sus clientes.

 

Alicia tenía un manojo de experiencias en materia de costura y planchado que las tenía reservada para ser incluidas en su libro autobiográfico, sólo era cuestión de sentarse a hilvanar las ideas para dar luz  a tantos sucesos cotidianos ocurridos en ambas  actividades. El libro esperaba por ella.

 

Después de una vida tan intensa, donde no hubo tiempo para distracciones ni paseos, Alicia, ya en su edad madura, sentía la necesidad de expresarse a través de la palabra escrita. Quería dejar plasmada su obra existencial en algunas hojas de algún libro, que tal vez pocos leerían, pero tendría la oportunidad al fin y al cabo, de que esos pocos lectores la recordarían para siempre.  Por eso, sencillamente por eso,  seguía entusiasmada con la idea del libro.

 

 

Un libro, ¡Qué Alegría!

Sería una manera de recordar,

toda esa experiencia que tenía

y a todo el mundo quería contar.

 

Continuará...