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Pan de vida

 

Su vida se inició y progresó,

arrimada al cinéfilo suspense

de la paterna intriga.

 

 

   ***   ***  

(I) 

 

Mágica su esencia,

poderosa alquimia,

que sabia convierte;

al odio en te quiero,

pulsos en abrazos,

cardos en claveles,

sombras en colores,

muerte en nacimiento.

Mágica su esencia,

acrobacia y música.

 

 

Es por ella,

que en mi vida,

son descritos

sensiblemente abstractos trazos.

Con la suma transparencia que resguardan,

tantísimos expresivos epitafios,

que bien supieron extraerle,

con sus breves,

sustanciosas citas al pasado.

 

 

 

Su pureza se estrecha

a extensiones de vida

acuñadas por lapidarios,

a la digna sencillez

cual nunca fue capaz

de llegar a horadar

maderas ni santuarios.

 

(II) 

 

Caramelizada sonrisa tienen sus ojos,

su mirar denota esa edad precisa,

que columpia bellos contenidos,

sueños de inocente niña.

 

 Evidente es su amor, se lee tan gratamente,

al resguardar versos; como manuscrito,

cuales caben de ser recitados,

por erguirse bendecidos.

 

(III) 

 

Manos callosas, que fregaron suelos,

 para traer el pan

 y darnos limpio techo.

 Manos; pulcras, solícitas,

 aguadoras del aire,

 que ofrecieron camino

 y quitaron el hambre.

 

 

 

 Las mismas manos que, hoy gastadas, tiemblan.

 Las mismas piernas que hoy piden ayuda;

 al sentir la derrota,

 con la triste visita,

 de cruel enfermedad,

 cual las deja impedidas.

 

 

 

Miles de carcajadas sacó de su chistera,

 tozuda, jamás quiso aprender,

 a fruncir, enojada, las cejas,

 y aún viendo mermada su salud,

 quiere entregarle al resto, imposibles quimeras.

 

 

(IV)

 

A su raíz le debo;

mi tallo y el brote,

la tinta de venas,

suerte y sortilegios,

el alba y consejos.

 

 

Animoso escribo

para honrar su nombre;

y es que "Botticelli"

si pudiera verla,

gastaría plumas,

aceites, pinceles,

al cubrir mil lienzos

con su gran belleza.

 

 

 

 

Le debo la simpleza más extraordinaria;

la de mi respiro. El alfa y omega,

el sabor fantástico de lo cotidiano;

álgidos viajes, el reposo y resacas.

 

Le debo la mayor de las gracias: mi huevo,

la eclosión de los cinco sentidos,

mis primeros y últimos latidos;

cada una de las uvas

que cuelgan del racimo,

que degusté y espero.

 

 

318-omu G.S. (Bcn-2012)