Oh Princesa Vampiro:
Te ofrezco desnudo mi cuello virginal
para que succiones sin mesura
de mi aorta rebosante
el vital néctar carmesí.
Hasta que sacies tu sed nocturna
o hasta que yo como en un sueño
sucumba inerte entre tus brazos.
¿Y para qué este Divino Sacrificio?
Para aunque sea en el último destello de mi vida
sentir tu vida tocar la mía
mediante el contacto de tus labios y mi piel.