Los niños que vienen al mundo, son una bendición
de Dios; la gente que no los quiere, creo que no
tiene perdón; son la alegría de la casa, son
preciosos; inspiran ternura, esperenza y amor,
al igual que los ancianos yo los quiero de todo corazón
pues no pueden defenderse. Quien les hace daño a
cualquiera de los dos no es digno de ser amado y
mucho menos un primor, y yo digo siempre
amor, amor es lo que falta en el mundo
Señor.