SelenioE

Maya al Vino

Ahí está Maya, en su balcón con brisa frente al mundo, con una copa sentada y unas ganas de contar cómo se siente.

 

Ha venido en carro de noche. Vino, lo encontró, lo llevó. De vez en cuando lo piensa, le cae bien. Podría esta ahí, al alcance, con la brisa en la velada, el balcón, el mundo, la noche en la copa y vino al gusto.

 

Se quita los zapatos, alza los pies. Suelta el cabello oscuro para que un verso llegue sin dificultad: "El espejo en la boca esculpida, Cincel del círculo de la Luna labró la línea de la mano". Maya mira las líneas de la mano sostén de la copa. Hay un mapa para manejar, irse a buscar. Con el sorbo aparece sin resistirse el acento en el color de la piel, el calor de la sangre que ella tiene, la seda de la carne que se ruboriza. Nada más con pensar el vino pasajero, dejarse ir, la ola vendrá y podrá romper aquí mismo en el balcón. Un regalo grande es la falta de ruido, gracias a quien corresponda.

 

Vestida de vino interior, imagina citas futuras, las conversaciones, las caminatas, las idas, las entradas, todo. Hoy todo puede ser perfecto con la copa en los labios, con la cara tibia y el pensamiento relajado. Hoy se puede estar donde se quiera, vestida o no, con cualquier clima, metida en el abrazo indicado, con ese sabor en la boca. Hay tiempo y la botella de vino se sigue ofreciendo...