Estoy enamorado de su sofisticación contemporánea,
de su historia que recrea el sueño utópico,
de su mirada intensa que dice la verdad,
de su corazón que no me presiona para amarle,
de su razón, de su argumentación liberadora,
de su voz, de sus labios al hablar.
Estoy enamorado de sus versos que derrocaron al opresor,
de su inquietud inconformista que no cesa de avanzar,
de su entrega desinteresada emulando a Cristo,
de su elegancia de mujer intelectual de corte social,
de su agudeza intensa que me provoca,
de su maquinación contra la soberbia imperial.
Estoy enamorado de sus colores que enrojecen los míos,
de su honestidad inagotable que engalanan su brío,
de su pasión, de su forma intensa de amar,
de su humor irónico sagaz de aquellos que te avergüenzan por llorar,
de su feminidad tímida y recatada, pero ajustada,
señorita de carácter fuerte jamás asustada.
Estoy enamorado de ella, de sus ojos, de su alma,
de su cuerpo, de su piel que roza la mía al amanecer
de su angustía cuando ya no me ve, de aroma de mujer.
Estoy enamorado porque sí, porque no hay explicación, porque es bella,
porque es sencilla, porque caí en la dicha más plena de la vida,
por eso estoy enamorado.