Llega el momento triste del amor, el momento del desencuentro, ya los cuerpos no generan atracción, ya ninguna situación es apasionada.
Caen, caen las hojas del árbol, la fruta ya madura se deshace en nuestras bocas, ya extrañarte es doloroso…
Y recuerdo esas viejas miradas de París, esos guiños de ojo, ese “acércate pero aléjate”, esa risa contagiosa en Estocolmo, ese humo dulzón de Ámsterdam, esa ebriedad de Madrid, ese sexo en Buenos Aires, sexo de persianas abiertas, de mucho aire y calor, una cama harapienta y destartalada era nuestro lecho, vos sonreías abiertamente, yo fumaba un Phillips atrás de otro mirándote, perdiéndome en tus curvas.
Los besos de diciembre a febrero, besos calurosos de verano de Ciudadela, ese viejo departamento que me vio crecer y que me vio gozar con ella, con mi entrega en cuerpo y alma a esa belleza incontenible.
Porque sí, he dado mi alma, me he mostrado como un caballero vulnerable, con el corazón al aire, ¿Si he sido lastimado? ¡Sí, lo he sido!! ¿Si me siento atrapado en un laberinto oscuro y sinuoso? Si, así me siento.
¿Qué existe después de una relación? Crisis, cambio, mi corazón ha quedado vacío, ¿podrá volver a llenarse? Eso supongo, nunca creo estar en lo cierto, y menos en temas de relaciones, entiendo poco de esto.
Es imposible llegar a conocer al amor en su totalidad, no puede ser cosa observable, no puede ser ente.
Esos besos pasaron a gritos, esos gritos pasaron a: “yo te ignoro, vos me ignorás, buen fin de semana, chau, nos vemos pronto”. ¿El amor pasó a ser otra cosa? No, no tiene contrario el amor, el amor es solo amor, el dolor puede estar acompañado al amor, cuando el amor dentro de una relación se termina, nada queda, se rompe ese vínculo, esa conexión.
Y ese: “Quiero escuchar tu voz”, pasa a un: “¿Podrías callarte por favor?”, ese “por favor” suena tan formal, tan exacto, tan moral, tan matemático, que carece de sentimiento alguno.
Esas hermosas palabras halagadoras y secretitos sensuales susurrados junto al oído, pueden ser estúpidos piropos de cotillón si no se dicen con sentimientos. Las palabras son solo palabras, ¿Con o sin sentido? Ambas opciones son válidas, ¿Hay bellas palabras y hay feas palabras? ¡No! Lo bello es el sentimiento con el que se dice la palabra, puedo decir: “reina mía, te amaré por siempre” ¡¡¡ mientras me masturbo viendo la televisión!!!!!
Lo bello de la palabra está perdido, nena, ni un blues ya nos suena bien, ni siquiera un blues de despecho, ya no somos más que dos personas que en algún momento se conocieron, ya no hay más que recuerdos de diario mojado, de mal olor de alcantarilla, tinta borrosa en el contrato del amor.