Diaz Valero Alejandro José

El libro de Alicia 9/10

CAPÍTULO 9. Algunas cartas de Alicia


Alicia cruzaba cartas con sus familiares, todas escrita de su puño y letra, pues nunca sintió la necesidad de usar máquinas de escribir ni computadoras para transcribirlas.


Su mensaje era puro y sencillo, nacido desde su propia alma. Sólo en los años en que criaba a uno de sus sobrinos compartió con él la confidencialidad de sus cartas, pues con mucho cariño tomaba a su sobrino como escribiente. “Ay hijo, tú escribes mejor que yo, has esta cartica para tu tía y esta otra para tu primo, pero eso sí, no comentes nada de lo que diga la carta con nadie”  Con estas palabras se dio inicio a un pacto entre ellos dos que nunca fue roto. Un contrato de índole espiritual donde ambos se juntaban en las noches silenciosas, ella dictando y él escribiendo decenas de cartas que por espacio de más de tres años fueron enviadas,  y leídas por sus familiares.


Cuando su sobrino terminó la secundaria tuvo que separarse  de ella para trasladarse a otra ciudad a continuar sus estudios en la  universidad ; entonces Alicia no tuvo más recurso que apelar a su propia letra para retomar el envío de sus misivas, las cuales también tenían ahora como destinatario aquel ingenuo escribiente que tanto la acompañó en sus correspondencias familiares. He aquí, Algunos de sus mensajes copiados textualmente de su puño y letra:


12 de Marzo de 2000.

Mi querido hijo, te bendigo y te saludo en unión de todos tus hijitos y esposa y ruego a Dios todopoderoso que siempre los cuide de todos los peligros y que los mantenga con mucha salud y mucho amor para todos los que te queremos y apreciamos…”


“… Sin más quien te aprecia y siempre te recuerda, Te quiero mucho, Dios te bendiga Mijo, Alicia de Jesús. Saludos a tus hermanos”

 

22 de Octubre de 2006.

En una fotografía donde aparece posando entre piedras y agua escribió al dorso: “Cascada Rápidos de Kamoizan – Gran Sabana. Con mucho cariño para mi sobrino de su tía que le encanta viajar por todos lados. Alicia.

 

 

22 de Octubre de 2006.

Estimado sobrino-hijo, te bendigo y te abrazo en unión de tu esposa e hijos y deseo que estén bien…”

“Mira hijo allí te envío dos piedras de cuarzo para que las tengas en tu escritorio y un lapicero…”


“…Perdona lo poco pero eso tiene mucha importancia para ti porque yo sé que lo vas a cuidar y querer mucho y siempre me recordarás como yo lo hago con las cosas que tú me has dado. No es lo que se dé, sino el cariño como uno lo da, yo he dado cosas de valor y es más grande el cariño y el amor que he dado a mis seres queridos. Te quiero y te bendigo, Alicia”


Algo así pensaba ella para su libro, algo donde pudiera plasmar sus sentimientos, sus reflexiones de vida y todas esas vivencias que a lo largo de setenta y dos años pudo acumular. El libro estaba en su mente a la espera de ser, algún día escrito.


A finales de 2007 tras algunas dolencias físicas Alicia fue internada en varios centros de salud, hasta que finalmente el cinco de enero de  dos mil ocho le fue diagnosticada una terrible enfermedad. El estado de avance que tenía no hacía posible ningún tipo de tratamiento que pudiera devolverle la salud aquella valiente guerrera de la vida. Un cáncer en la pelvis había  consumido gran parte de su fémur y había hecho metástasis en algunos órganos blandos, por lo que desmejoraría grandemente su calidad de vida en aquellos dos últimos meses.


El médico tratante confirmó su diagnóstico y consideró que Alicia jamás podría caminar, es más, aseveró muy serio, que ni siquiera podrá levantarse de la cama pues su fémur estaba en el aire, ya que no tenía apoyo en la pelvis.


Alicia ajena a todo esto seguía batallando de pie, sin rendirse. Dijo que ella haría los mejores esfuerzos para salir de ese transe;  y así fue: rompiendo todos los pronósticos médicos logró ponerse de pie y caminar nuevamente con ayuda de una caminadora, para orgullo de ella y para asombro de sus familiares y amigos. Parece que vientos nuevos soplarían en su vida.



Vivencias tan cotidianas           

que además de ser bonitas

sólo esperaban calladas

el momento de ser escritas.


Continuará...