No soy un puñado de estrellas
ni soy el río que límpido canta,
no soy la mirada más bella
ni el vestido de seda que el viento levanta.
Soy tu alma fiel y callada
que espera paciente junto al camino.
No soy vanidad de labios carnosos
ni escena de drama a la luz de la luna,
no soy claridad en los días lluviosos
ni espejismo engañoso perdido en la bruma.
Soy quien te entrega el corazón
y se desvive por una sonrisa tuya.
No soy aguardiente quemando gargantas
ni tendrás que elegir entre el sol y mis ojos,
no soy puñal, ni daga, ni espada,
ni me divierte jugar con deseos y antojos.
Soy quien sangra por ti cada noche
y pronuncia en silencio tu nombre.