Vuelan y vuelan y vuelan
las gaviotas por el río
y van batiendo sus velas
como leves abanicos,
que van dejando su estela,
que levanta mis suspiros.
Y me traen albricias nuevas
para alegrar mi camino,
pues soy poeta en la senda
a las orillas del Miño.
Las barcas mecen su anclaje,
sin moverse de su sitio
y embellecen el paisaje,
bamboleando su estilo.
Qué alegría y qué frescor
mientras avanza la tarde
y entre nubes hay un sol,
que lucha por asomarse.
Esta noche al acostarme
miraré por la ventana,
mientras la luna se expande
para mostrarme su cara
y así poder recordarte
hasta las luces del alba,
pues sé que tú al acostarte
me has pensado y tú me extrañas.
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