Me llamo Sansón y nazareo, desde el vientre de mi madre fui.
Consagrado a Jehová anduve por los caminos, por sus caminos; Él tenía un propósito para mi vida y ese destino sufrí.
Puso una señal de pacto en mi vida, fui único en medio de mis hermanos. Fui único y solitario, los jóvenes me temían, los mayores me admiraban, las jóvenes de mi tierra evitaban mi consagración.
Anduve entre mis hermanos como consagrado de Dios y en las tierras de los incircuncisos busque compañía, compañía y destino.
No era yo soberbio, pasa que no había quien disciplinara mis caprichos.
Era impulsivo ¡Era joven! y la soledad y el destino acortaron mis días ¿Cómo podría yo aprender de una generación ignorante? ¿Quién serviría me, de maestro, dentro de una sociedad hipócrita y cómoda en sus necesidades?
¡Si tan solo la señal de pacto, en mi vida, hubiera sido la debilidad!
Ejercí de juez en medio de mis hermanos conformistas e idólatras. Admiraban más mi fuerza, antes que dar tributo a aquel que me fortalecía. Preferían tener un custodio de sus intereses que a un juez justo. Por no convertir sus corazones a Dios, aceptaban la esclavitud.
Harto de mi mismo, me convertí en lo que odiaba. Harto de la hipocresía, me volví hipócrita y con fuego jugué.
¿Quién me juzgará ahora? ¿Vendrán mis hermanos a rescatarme de mis prisiones ahora? Nadie saldrá de su comodidad, y esa furia es la que me da fuerzas para moler alimentos a mis enemigos.
Una furia contra mis enemigos, contra mis hermanos me apartó de la consagración a mi Dios, y a los brazos de una mujer me refugié.
Esa furia había confesado a Dalila. Le confesé que odiaba mi vida y quería no vivir como “apartado”. Con esa furia, arranque la puerta cerrada y la tire lejos en la montaña.
Esa furia apartó al Espíritu de Dios; Él vive en paz, en paciencia.
Ella fue fiel al dinero, a su gente y a mí.
Les mintió diciendo que mi fuerza eran mis ojos. Me sacaron los ojos.
Mi cabello iba creciendo y mi alma debilitada encontraba el sosiego de la paz.
A mi Dios clamé y El me oyó.
Supe que de Él proviene la fuerza, que de Él proviene la paz. Solo Él es fiel, y solo Él está a mi lado siempre.
Mi alma impulsiva no me dio tiempo a madurar en esta vida, solo cumplí un destino y solo sé que:
“A mi Dios clamé… -Dame fuerzas solo para derribar estas columnas, no me dees fuerza para apartarme de ti… ¡OH Mi Dios!-”
Me llamo Sansón, y por consagrarme a Jehová morí……