Se hizo corta la tarde
desde la respuesta, a tres horas de la puesta
todo se comprimió hasta el mar
en lo infinito de una lagrima.
Simple la muchedumbre como la nada.
¿Qué importo?
Si ni siquiera el ardiente amor.
Si antes en las nubes flotaba
ahora, ni la tierra o la roca me soportaban
Se rompió la noche
desangrándose sobre el bosque,
la ciudad y por las higueras,
un millar de sonidos entonaron sin nombre
un clamor solemne, hechizado; e inconforme.
Bajo esta luna que nunca olvido
entiendo el fluir del sigiloso viento
no hay arboles ni ramas en el suelo,
ni aves, ni grillos
solo inmuto frío.
Con esta maravilla de ser y no ser nadie
revuelvo el vaivén del tiempo,
la tierra vuela y no es un ave
y el sol con ella es muy amable…
y... yo sin ti: insoportable.
Vista aquí, allá y así
todo siempre es repetido,
pero al inquieto y famoso olvido:
"Todos lo aman, nadie lo adquiere"
y es igual a energía y materia: “vivo”.
¿Quién esta del otro lado del fuego
y escucha a dimensiones este suplicio
o que desafía la muerte de un decimo piso
o que va y viene, de mas allá del infinito?
Camino esquivando el crujido, el chasquido,
o el percuso sonar de algo de ruido
y te encuentro, aunque por otros ojos no visible
con un aura de destellos, entre luciérnagas y candiles
¿Quién encuentra si no busca?
Y se limita con libre albedrío
¿Qué experimento somos?
¿Que silencio hecho a gritos?
¿Porqué concebir tanto que no vemos?
Y alucinar el todo real vivir
¡Que ni en el creemos!
¿Porqué no cuidar el mundo?
Mira que aunque el atardecer es más cortó
y te parezca mi desearte abrupto...
¡Mi sufrir por ti lo disfruto!