Hoy pude saber por tu palma derecha de ello,
venía asomando como un sol del amanecer;
cuando aún no lo sentía, sí era posible creer:
solo tenía que esperar de noche ese destello.
Depositarme en tu llegada no es atropello
pero hay instantes do los otros dicen del ser
así, importa algo que va mas allá del quehacer
debiendo antes revisar el corazón su sello.
Entre las opiniones, encuentro la una válida,
la que se aferra tanto como esta fuerza cálida
reinante de espacios de un espíritu por su miel.
Por ende, mis latidos retratan pasión básica
de tal imagen, mereciendo ser obra clásica
con la cual Da Vinci y su Mona, honren tu laurel.
John Clark