Entraste en mi vida sin
que me diera cuenta que
te representaba un habitual
pasatiempo que practicas.
Me enredaste en un simple
juego de mesa.
Tiraste el dado a rodar.
Me hiciste subir por la escalera
que me llevo al palomar
de tu sonrisa
y después me bajaste con
tu lengua de serpiente
hasta este infierno.
Te di el amor que me
situó en la casilla final
como virtual triunfador,
Pero tú como mal perdedor
te levantaste y
te llevaste
el tablero para ir
a jugar por
otra parte.