Tengo hoy en esta pérfida y gélida noche el alma contristada.
Tengo una gran desazón en el alma. Talvez algún día no fue así, pero eso es lo que me hace fenecer.
El mundo se vino en contra mía, aunque luché con vil osadía.
Sigue mi mal alma, completamente atiborrada de sujeciones sin maldita calma.
Quiero desarraigarme y desfogar mi inmensa desesperación en una gran y portentosa disertación.
El frío sube, así como la acidez que llega a las bases de mi inicua garganta. Si esto es ácido, lo que me pasa es el muriático.
Ahora el frío penetra a mis huesos, los desafia pues ahora están indefensos, pues hoy soy ser inerme.
La noche recién empieza y lo último que quiero es vil alevosía, calla si puedes pues mis ojos ardientes te destrozarían con la mirada de muerte.
No me interrumpas! Pues mi alma se volvería oscura, más que la nada, más que el más frívolo mal conocido, mucho más de cualquier cosa que una simple mente hasta la más siniestra pudiera imaginar.
Si Vallejo sintiera lo que hoy mengua mi ser, seguro moriría hasta el infinito, pues estos no son golpes, son despedazantes armas que destruyen mi sustancia inmaterial.
No es por un motivo tampoco por dos, son una inmensa amalgana de difurcaciones que dividen a mi cordura.
Maldita y execrable conflagración de sentimientos que recorren mi mente ilusa, soy más dichoso que el muerto, pues no...
Estos son mis versos de Idilio a la muerte...
Ya vendrás, espero que cuando te acerques sientas el hedor que emano por tu felonía rencorosa, no te querré, ya nunca... YO MISMO Y CON MIS MALDITAS MANOS TE DESPEDAZARÉ, MUY LENTAMENTE DISFRUTANDO TU EXCITANTE SUFRIMIENTO, reiré como loco y con la risa más desquiciada que haya existido...
Muajajajaja!!!
Muajajajaja!!!
Te detesto más que nunca, ya no serás mi idilio y lo sabes...