En mil novecientos setenta,
nace un hombre como los demás,
el cual decía que jamás;
su personalidad seria violenta;
sin embargo avasalla y amedrenta,
a gente de sangre inocente,
sin importar cuánto aumente,
la maldición de su sepultura.
El sigue al malhechor,
>>y en su juego repentino,
se halla en su mismo camino,
se destaca entre los peor.<<
pero con presencia de benevolente,
engaña a mucha gente;
disque prestando su servicio de cuidado;
dejando libre al acusado,
y tomando en su crueldad, al inocente.
Descarga su furia maldita,
sobre una espalda de nobleza;
causando rencor y tristeza;
y ni siquiera piensa y medita,
en el dolor que va causando;
y mientras su perfidia descarga,
la condena de su alma es más amarga.
“El goza de un festín,
en medio de gente perversa
y en todas sus conversas
se tilda de Justin”
pero no piensa que al fin,
esa infamia que exaspera…,
llega a su cavernosa madriguera;
sin darle felicidad.-su botín-.
con sus pensamientos de Luzbel,
guarda los instintos de una hiena;
en donde vibra y resuena,
los gemidos causados por el…,
con aquello gana, fama y respeto;
de la madre, del niño inocente,
haciendo que huya medrosa la gente…,
que a su yugo está sujeto.
La suplica inocente le exaspera;
y en su asalto despiadado…,
roba lo que gana el honrado;
para alimentar su madriguera.
es, el más ladrón de los infames,
no le importa el amor ni el cariño,
(abusa del inocente de la mujer del niño,)
y no hay nadie quien lo ame.
se siente valiente y osado;
ante un hombre de manos atadas,
lanzando una fuerte cachetada,
para quitarle lo que le ha costado.
Y así; “el muy honrado”
habla de justicia divina,
mientras entre lanzas y espinas;
debería ser sepultado.
El infame se siente altivo,
ante aquella gente sin orgullo,
que le saluda por compromiso;
y ante él se muestra sumiso,
por temor al dolor de su yugo.
Al fin el muy cobarde,
con fama de valiente coronado
cuando a solas se encuentra,
esta más que el miedo asustado;
y huyendo de la realidad no la enfrenta.
A esta gente vil, y despiadada;
que Lucifer construya su cuna…,
y les haga pagar una a una,
cada gota de sangre derramada…,
y que en el tétrico infierno,
muestre su osada valentía;
pagando día a día…,
la blasfemia de su cantar impuro;
y la maldición de su conjuro,
se convierta en fuego eterno.