Lo vio nacer a muchas leguas, allí donde el lago besó sus fauces
sus colores se impregnaron en su alma.
Ahora se va escondiendo entre el follaje
y desde allí el aroma lo acompaña.
Siguió ese camino de polvo y viento
donde lo encontró serpenteante
Entre el río majestuoso
y el verde azulado de sus márgenes.
El discurrir de los senderos
se apoderó de sus sentimientos y las miradas.
Se encontró más cerca del creador
y un aurea lo envolvió
en esos caminos detenidos en el tiempo.
Observó más y más senderos que se entrecruzaron
y se perdieron jugueteando con las hojas
con la vida y con la muerte.
La desazón lo poseyó, miró y no encontró
Ha perdido ya sus pasos
que hoy repiquetean en lamentos.
Autor: Segovia Monti.