De los segundo presos en el exilio matinal,
es el rincón de tus labios de ternura celestial
la comisura donde florecen confites de cereza.
En coreografía con tus apacibles pliegues de belleza,
esa seda que despliega tu desnudo manto de piel,
desliza tus lunares en chocolate y fruta fresca.
Es el urdir de tus cabellos que confabula con mis dedos,
las más tiernas caricias sueltas como cirros pasajeros,
Y tejen olas en tu pelo para que surfeen enlazados nuestros
Sueños.
Son esas grutas buriladas, cinceladas por tus pestañas arqueadas
donde anidan humedecidas las perlas de tus ojos,
Y son ellos cárcel de bondad y ternura para el cauce
de tu plácida mirada.
Pues veo en ellos, campos de clorofila y oro,
Mariposas de vuelos ondulantes dibujando alegrías;
Costas de mares, montañas vestidas, musas naturales
Gritando poesías.
De los minutos que estiran raíces en mis días,
Me arrulla tu pecho al son de un piano,
Acariciado por tu sangre al danzar tus melodías,
Que pulsan tu músculo vital sosteniéndote en vida.
Son esas horas indelebles donde admiro la inocencia,
de tus curvas femeniles que el aire atraviesa,
Enfundándote en el bálsamo de su terneza,
Son esos segundos que se vuelven hoy poesía,
Los que capitulan ante tanto desbordante amor,
Y se vuelven prisioneros de felicidad al saber que eres mía…