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los besos de aquel día
brillaban en las tinieblas
de un lago de afectos
y cabalgaba la suerte bella
como en un silo de estrellas
ardía la suave vela
ardía la noche de luna
con ritmo de vihuela
arrasando el lugar de la mella
llenando dos profundas almas
esa fuerza de seres que se aman
sin lentes el vasallo torvo
enamorado sin destreza
de los besos insigne
que esa mujer anhela
las amapolas le encantan
a tal bellaza perpleja
el lecho fresco de la tarde caníbal
permanente en el centro de los besos
otra vez desatando cordones
las manos de una morena
rompen el pecho masculino
hasta el corazón de la presa
el vendaval muy sereno
relumbrando dos albaceas
su amor permaneciendo eterno
que hasta las sombras destella