Bebiendo el dulce jugo
que brota entre tus piernas
ojearé por el muro
de tu salvaje selva.
No perderé tus ojos
y aquel ocaso largo
ni el temblor de tu cuerpo
que abrigará tu orgasmo.
Seré cuna de hojas
cuando nazca el retoño
para que duermas plácida
cuando venga tu otoño.