Extraño el aroma de tus tempestades,
tu sal en mi rostro quisiera encontrar,
que me acariciara tu cálida brisa
y que con paso firme me vieras llegar.
Al ser esporádico a ti mi regreso
solo en mis sueños te puedo abrazar,
ellos están llenos de espumosas olas,
sobre blanda arena creo caminar.
Y se marca mi huella húmeda, profunda,
mientras la escollera se deja bañar
vislumbro muy lejos las formas de un barco;
caracoles y nacar me miran pasar.
Erguida con ansia pisando tu orilla,
captura mi vista algún vuelo vulgar
de las blancas gaviotas que tu compañía
por el sustento diario vienen a buscar.
También visualizo de tus amaneceres
encendido impacto de la luz solar,
brilla el horizonte y con tu belleza
surgen los destellos para enamorar . . .
¡Llegan a mi alma!, ¡todo se ilumina!
entonces te veo y te puedo amar,
nada logrará que te eche al olvido,
te evocaré siempre majestuoso Mar.
Autor: Graciela Beatriz Traverso