MEDITABUNDO… POR LA NADA Desde mi ventana, donde la tristeza gira como viento trayéndome mares de recuerdos lerdos… miro al exterior, contemplo mi vida… y me veo yo y al alma tan llena, repleta de heridas… retazos le he puesto a cada punzada, de mi corazón la sangre remoja toda la ensenada. El nardo que blando y hecho perfume… perfumaba el tiempo, el dolor que siento ya lo ha disecado, y el olor que emana, es olor de muerto. Meditando siempre, en lo que sería, mi vida al inverso… quizás aun no es tarde, para reescribir, éste triste verso. Las horas me pasan, y en mí sólo hay penas, lagunas de dudas, compañía fingida… y muevo mis ojos en todo mi entorno, y aunque veo almas, me siento estar solo. Cuanta incertidumbre, gran futilidad la que nos embarga… pienso en horizontes y a lo lejos veo… una estrella extraña, su luz me ilumina, me habla de esperanzas, de lo que sería/ si élla me tocara, mas sólo me deja… con la azul caricia, la de su mirada. ¿Por qué… dime Dios, por qué es que nos toca lo que no buscamos? ¿Por qué somos torpes y nos engañamos con cualquier halago? Ahora que he de hacer, si sólo me toca… sufrir y querer/ querer sin quererla, querer que me quieran… querer, querer quiero… Amar sin el fuego, sin la ausente llama/ llama que quemaba al primer incendio… ahora sólo hay agua, cisternas de lágrimas, soledad sentida y un dolor amargo… que cuando medito en la existencia mía… despierto asustado y veo mi alma, ahogándose en llanto. Todos los derechos reservados ©Aneudis Perez, 2009, prohibida la venta y reproducción de esta propiedad intelectual.