El sol quemante en la ventana
secaba las lágrimas del alba,
las flores abrieron sus corolas,
los peces jugaban con las olas,
el agua, de un verde azul intenso,
se reflejaba en espejo del firmamento
y un despliegue de azuladas mariposas
a libar se posaban en las rosas.
El arco iris se mostró radiante,
con altivez pintando el horizonte
y con túnicas de verde terciopelo,
se vistieron las mesetas y los montes.
Como gemas de finísimos brillantes
rutilaban a lo lejos los luceros
y aquí en este pecho delirante,
guardo el fulgor, de unos ojos hechiceros...
Ojos que me miran desde lejos,
con un hálito de misterio, algo perplejos,
ojos que al mirarme me embelesan,
de ternura, de pasión, me siento presa...
esos ojos que aunque siempre estén distantes...
yo percibo su mirar en todas partes.
¡Ojos que en mi vida son tormento!
¡Ojos que no olvido ni un momento!
Felina