De pensares divagantes,
blancas hojas ya se cubren;
cual las olas que a la playa...
sus espumas siempre fluyen.
Son las hojas de papel,
las mansiones que abren puertas;
y que albergan en tropel...
las palabras que me inquietan.
El pensar del escritor,
no se emana de sonidos;
es la tinta que al papel...
magna impregna sus sentidos.
¡Oh, libérrimo poeta!
excitante trovador;
que argumentas tantas frases,
con sentido y pundonor.
Movimientos van y vienen,
de la mano presurosa;
que guiada por impulsos...
del poeta, siempre gozan.
Escribir tan sólo versos,
no es la meta anhelada;
sino dar sentido a éstos...
con mil letras engarzadas.
Más aquel que las intuye
y comprende vastamente;
la razón de la elocuencia...
lo sublima prontamente.
¡Qué magnánimo portento!
de expresiones prodigadas;
dan valor al papel yerto,
que antes no...valía nada.
Del pensar del escribano,
van brotando los misterios;
acuciantes de preguntas...
y respuestas, que no entiendo.
Digno aquel que siempre escucha,
y pretende comprender;
los escritos que se expresan...
sin poderlos entender.
Sólo pocos lo han logrado,
cual brillar la luz divina;
de escribir cosas etéreas...
sentimiento de sus vidas.
Rimador que con tus versos,
dignificas tú elegía;
y emancipas los pensares,
como el Sol...dá luz al día.
Tal vez nó, sirva de nada,
el plasmar tantas ideas;
¡escritor, ya nadie lee!...
no transcribas tus quimeras.
Sueños fatuos, veleidosos,
resplandecen en tu ser;
¡oh, poeta incomprendido!...
¡yo si admiro, tú saber!.
RCB.