Te vi una vez
y ya quise tenerte
porque esa vez te amé
con un amor fuerte;
como si ese amor
fuese hierro candente,
donde el alma sueña
y el cuerpo siente…
donde los labios dibujan
bellos gesto sonrientes,
como veleros sin rumbo
que se van con la corriente.
Así nos llegó el amor
con pasión ardiente
quizás hasta de improviso,
de manera inocente
y como una semilla
brotó de repente;
como árbol milenario
de buena simiente
que nace una vez…
¡Y es para siempre!
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