ELEGÍA
En la ciudad de la eterna primavera
te me moriste en edad temprana
No quiero regar por ti más lágrimas,
entre espectros, muertos y penumbras,
te quiero aquí en mi pecho aprisionada.
Cuando vuelva a poner allá en tu tumba
ramilletes de flores y de rezos
quiero que en tu fosa…fría, oscura,
Tu noble corazón esté latiendo.
Tu ausencia ha destrozado a tus hermanos,
yo no logro olvidar tu rostro tierno.
¿Un derrame mortal, un trombo aciago?
un coagulo de sangre … un homicida?
temprano te dejó tu cuerpo helado.
Tu vida fue más pura que otras vidas,
rabié mucho a tu suerte y sus embrujos,
y no logro estancar la vieja herida.
Siempre está tu recuerdo en mis asuntos
y sin que nadie lo sepa, solo espero,
que te vea por fin en otro mundo.
Abrupta fue tu muerte y nuestro duelo,
abrupto fue tu adiós, de madrugada,
abrupta estás tocando allá en el cielo.
No perdono a la muerte desalmada,
no perdono a la vida, ni a sus tretas,
no perdono a la ciencia, ni a la parca.
Siempre habita en mi alma esta tristeza
y este diario rabiar que nadie entiende
y estas ganas de verte que no cesan.
Quiero arrancarte pronto de la muerte
Que revivan tus órganos, tu sangre
y besarte en los ojos y en la frente
Quiero ir al cementerio a pelearle
¡voy a escarbar los cielos, los infiernos!
¡y voy a armar tus huesos y sus partes!
Sé que tu alma acompaña nuestras fiestas,
que tú nunca has vivido entre los muertos,
y que nunca dejarás de ser la reina
Mi hermana de ojos verdes y con sueños.
Y si un día volvieras a estar yerta
que me lleve la muerte hasta tu seno.
Yo te veré brotando de la tierra,
te veré por las calles o los puentes,
te veré caminar entre la hierba.
Y blanco será el pelo en nuestras sienes,
y arrugas se verán en nuestras manos
y moriremos juntos otras muertes.
Quiero tenerte aquí, aquí muy cerca
abrazando a tus hijos, tus hermanos,
¡Qué renazcas de nuevo! ¡Qué florezcas!
Y que sean eternos los abrazos!