Amote con el amor del automovilista por la luz verde, del invalido ante una rampa de acceso, como el mendigo que recibe la limosna, como el bebé que abandona el vientre de su madre, como el viento que inicia el movimiento; también te amo como el hombre que anhela tu boca, tu caminar cuando vienes y cuando vas, que observa tu silueta pintada en la sabana cuando te levantas desnuda de la cama, como el hombre que adora escuchar tus “te quiero”; ámote como al sol lo hace el roble, la rosa, la gaviota, el campo, el río, el pez, la cabra montes, como un niño en la playa de vacaciones, como el indigente que encuentra un rotoso abrigo; te amo también como ama la corvatura de su espalda el abuelo que ya ha vivido, con la risa del niño, con el aroma de una rosa, con la ternura de un nido.
Te amo con la alegría de un carnavalito.