piedra no le digas a nadie
que me estoy yendo,
no le digas a nadie
que el río me está moviendo.
No le digas a nadie
que me voy en su centro
no le digas a nadie
que de tristeza lloriqueo
al no decirle a nadie
y no irme despidiendo,
ni del sol, y menos
de los jilgueros.
Y mis ojos anudo
y a mi alma martilleo
al irme de este páramo
que de mi cuerpo
es dueño.
Y te digo todo esto
piedra inmóvil
porque sobre ti
escribo estos versos.
Me voy por el río
por el que todos
andamos somnolientos.
Me lleva el sentido
de tener que volver
al munadanal terreno;
y de nadie me voy despidiendo
mi alma se cae
mi corazón queda yermo
y de mi vida escapa
lo más cierto:
lo natural, lo bello.