Erika Mendoza

Flecha bendita de amor

Dejádme ir que voy tropezando las calles vacías, los caminos empedrados;

dejádme partir que la luna testigo está siendo de maldades;

dejádme partir que busco a aquel que esté dispuesto a tensar el arco, entre tantos busco al amor de mi alma... Busco a Ulises, no importa si ya está viejo, sólo busco que tenga la fuerza para tensar el arco y lanzar su flecha.

Dejádme ir hijos del cielo, dejádme ir paridos de la tierra, que debo terminar este viaje, Ulises esta a la puerta y yo debo caminar ese camino de tediosa espera, de larga agonía, de anhelado encuentro.

Dejádme ir, que siento las pesadas cadenas que me atan a esta vida en la cual mi alma despierta frente a si y se mira desvalida.

cumpliré los designios del destino, conforme éste me los presente en el camino, mientras encuentro al amado perdido, aquel que nada sabe, aquel del que yo nada se pero es el elejido.

Hoy por hoy dejádme ir amantes todos a quienes el cielo ha convocado, Ulises está en camino despúes de arto tiempo esperando.


Su arco ha tensado, la flecha por fin su destino encontró...

Flecha bendita de amor en mi corazón se ha clavado.


A pesar de los veinte años de agonía y espera, la reina aún es joven y bella y sigue asediada por muchos falsos quereres, a quienes ella su amor no entrega.

Está Ulises a la puerta bajo los arapos que ella núnca imaginó.

Sale el esposo de amor, sale esplendido, majestuoso como el sol, ellos se miran extasiados, corre uno al otro sin tropiezo, frente a frente sin palabras entran a la alcoba conyugal, amandose hasta los huesos, derrochan caricias tales hasta inhundar la habitación de perpetuo y fiel amor...

Ulises ha llegado con sus flechas en la mano, el arco tensado, al cielo miró, soltando la que mas afilada punta tenía, ésta directo al corazón llegó.


Su arco ha tensado, la flecha por fin su destino encontró...

Flecha bendita de amor en mi corazón se ha clavado.