Era linda y delicada, frágil y hermosa como un cristal.
Su boca era como unas fresas frescas.
Y sus ojos, como dos estrellas que bajaron del cielo y aterrizaron en sus pupilas.
Caminaba por el campo a oler flores.
Su sencillez y su humildad eran tan grandes como su hermosura.
A veces se le veía distante, distraída, pensando en un mundo mejor.
Sencillamente era alguien especial.
Se que si hubiese dependido de ella, el mundo seria un mundo mejor.
En su corazón, solo había amor para dar.
Cuando se fue, a pesar de su corta edad, aun conservaba su sonrisa fresca.
Y sus ojos, aun destellaban su luz interior.
Fue la mejor amiga e hija que cualquiera podría pedir.
Sencillamente ella… era hermosa.
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AUTORA: ORIANA RAVELO.