Siendo sombra de tu sombra
no preciso del alivio de una luna
que bese desoladas las aceras,
ni del líquido azote de una lluvia
que afile más la punta de tu flecha…
¡Con tanto amor en mis entrañas!
innecesarias… las palabras…
huyo tras las risas de un saxo
que ronco toca la canción que más amamos
y sigo con ella −inerme− aún… tu rastro
en fuga por los húmedos asfaltos
¿Para qué rasgar la piel de tu puerta?
donde no esperas… y calmo sólo repta
el moho de las cosas muertas.
Y beber espumas del mar en tu pecho
con su frívola partitura de ecos…
por la frutal hondura −tuya− de mi cuerpo,
si la insomne brújula sacude nudo y soga
que asfixian el felino deseo que te añora.
Hace tiempo que mis ojos aceitunos
sentenciados a la tentativa del olvido
no saben si llorar o estúpidos… reírse
¡huidos ya de toda muchedumbre!
… se adhirieron como insectos
al esquivo roce de tus dedos pretéritos.
En su delirio −inevitables− los fantasmas
mutaron de tus fotos la vorágine violeta
por pañuelos que sólo agitan la tristeza
y el ala en su cansancio … ¡ya vencida!…
levita mariposas inútilmente temerarias
del vino que por ti… aún entibia mis entrañas.
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Propiedad intelectual Lucero Moscoso
Bogotá D. C. Colombia