Setenta años vividos
las manos del abuelo
con torpezas y calambres,
transpirando construyó
la cama de descanso,
para la nieta nacida
donde descansa tendida
las emociones del día.
Cuantas bendiciones recibidas,
por los maderos trabajados
pensando que la acompañen
en esos años dorados.
El viejo que con cariño
sembro tiernas semillas.
Hoy ya florecen las flores
de esa pequeña chiquilla.