Porque no cuenta este tiempo
los momentos que fueron felices,
tuve que robar mil jardines
y sobrevolar el abismo...
De todos hasta de mí,
borrando cada estrella
en el movimiento atrapado del agua;
y el aire que no se escapa…
Para gritar en el eco perdido,
que no existe en el sonido
voces más perfectas
como las del amor mismo.
Donde tiras tu ancla
sobre montañas de arenas,
nunca al final te estacionas
y ni bajan tus mareas.
Amo ese pedazo de ti
parecido al infinito,
amo más lo que perdí
que la nada en que ahora existo.
Puedes venir de ninguna parte
incluso de cualquier invierno,
no me importan las tempestades;
ni el castigo de esta tierra
anfitriona de infiernos.
Y no veo ni un ave
abandonaron ya mis cielos,
ni los cantares
que melaban las notas…
En las playas y en las costas
y en el muelle de aquel puerto
que tu alma viajadora
no atraco para hacer feliz,
de este pobre infeliz
el solitario deseo...
Aunque estoy tan seguro
que te amo más...
cuando no te veo.