Un velo corrido de pasiones sensibles,
un velo de sangre, de dolor y de muerte,
un velo sin vida, cubierto de dientes
de infames mordidas y sedientos ardores.
La voz de las sombras cubiertas de noche,
estrellas fugaces que parten sin rumbo,
arenas de fuego, de sal y de vientres
salinas distancias sin tiempos ni espacios.
Un velo que corre la luz de los vientos,
un velo de seda, de color y de espera,
las penumbras que corren un camino siniestro
en un zigzag de frio, extinción y agonía.
La ventisca del norte, la lluvia profana,
la sensatez de los muertos, sin paz y sin nombres.
Todo es una nada rutilante, perfecta
acosada por la historia del poder y la gloria.
CARLOS A. BADARACCO
15/7/12
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