No renuncio a las hojas que caen
en su mágica danza a la tierra
No renuncio a las noches de Julio
Con su manto pintado de estrellas
No renuncio a la lluvia que baña mi paso
trastornando mi viaje
No renuncio a los Andes nevados
Que imponente embellece el paisaje
No renuncio al llanto
No renuncio a la risa
No renuncio a la espera
No renuncio a la prisa
No renuncio a la bruma de invierno
Que implacable hiela mi piel
No renuncio a la agitada mañana
Que me arrastra en su loco vaivén
No renucio a la ausencia
No renuncio a tenerte
No renuncio a la vida
No renuncio a la muerte
Sigo en pie
No renuncio