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Manantial de auroras (Dedicado a Profesores).

 

En vosotros florece el futuro, porque son los redactores de la carta esperanza, porque suspiran en la espalda del tiempo, Mi mayor admiración y mi humilde dedicatoria. ¡Feliz día del profesor! (adelantado).

 

 

Manantial de auroras.

 

Caudal sabio, torrente de luciérnagas,

De velas encendidas, de libros abiertos.

 

Tú que naces de montes, de cordilleras:

Donde el sol ilustre del pensamiento,

Donde la casta nieve llena de sabias canas

¡Engendran tu provechosa enseñanza!

Y corre esta con la libertad en la boca.

¡Madurando! abrazándose a la fértil bondad de la lluvia;

Y se va envolviendo con afluentes

De honradez, de virtud,  de esperanza.

 

 El destino pasó y dijo ¡No florecerá nada!

Vino este, con su jugo cordillerano

¡Y El desierto se convirtió en campo, en vega, campiña!

El páramo en un verde de madreselvas,

De rosas que florecen con su ilustrado canto,

Y que aroma ¡Dios mío! ¡Que aroma!

Si parece que fueras tú, con tu aliento en el aire.

 

Todo huele ha ilusión,

Pareciera de la tierra nacen esmeraldas.

Los tallos ayer tenues al ventarrón de los inviernos,

Hoy son troncos robustos, hijos del sabio,

Hoy en sus ramas son albergues del canto de las golondrinas,

Hoy en sus formas dan fruto a la palabra

Y las hacen rodar por el campo.

Hoy sus raíces forman cimentos inexpugnables

Y el tiempo ha florecido en su frondoso follaje.

 

¡Profesor! ¡Ese es el bautizo de este río!

Esta vena de la sociedad

Que llena los caminos con su docta sangre.

 

¡Las estrellas brillan porque la luna les

Dijo como refulgir!

¡El viento cuenta las hojas del otoño

Porque el destino les enseño la teoría de la nostalgia!

¡El tiempo acaricia la cintura del amor

Porque el sol les ilustro sobre el principio de la primavera!

 

¡Que el mundo es mundo, porque hay profesores!

¡Y este, no será nada cuando nadie le enseñe al tiempo

Como armar con lo infinito, su Castillo de conocimientos!