canto a aquella niña
que tenía ojos vivos
e infinita ternura,
y una mirada triste,
que danzaba y cantaba,
cantaba y jugaba,
sonreía y vivía,
vivía y soñaba…
canto a aquella niña
que vi: reír, llorar y cantar.
Canto a ti que hoy eres:
hija, hermana, esposa, madre y amiga,
que vives en el aposento del canto,
de una mañana que se hará atardecer
y en ella tejes tus sueños y metas,
y grandes sueños,
pues el mayor tesoro que tu corazón atesora,
es la reinante felicidad de tus hijos,
es la variante de tu alma sencilla, dulce y alegre;
Es la oración que inspira tu alma al cielo,
una canción a la vida, una inspiración a la luna
y una flor a la ilusión, por ello hoy te doy ésta inspiración
para unir mi voz a los logros que alberga
y anhela en silencio tu lindo corazón.