El bastón le decía a la mano:
¡"Ah,cómo me zarandeas"!;
y la mano le respondía:
¡"Eres tú el que me meneas"!
Y así,día tras día,
era la discusión;
hasta que llegose el día,
de la triste separación.
Entonces pensó el bastón,
en la temblorosa mano.
Y llorando en un rincón,
decía:¡"Cómo te extraño,mi hermano"!
Autor:Bernardo Arzate.