A Brunilda
Te envío mujer hoy este anillo
que un día tu pusiste en mi dedo,
temblando de amor y de ternura
sitibunda de caricias y de besos.
Yo parado junto a ti en aquel instante
me extasiaba en contemplar tus ojos bellos,
y pensaba en el hogar y una familia
y en arrullar un angel de ojos negros…
Y vi proyectarse sobre el ara
toda la dicha que aguardaba el tiempo.
Y vi como reía nuestro niño,
y ante su risa nos íbamos poniendo viejos.
Y luego que el sello inmaculado
Cubriera con su lazo el lazo nuestro,
Las cosas ya no fueron como antes
Y poco a poco el amor se iba muriendo…
Pues no comprendiste mujer, mis ilusiones
(yo que soñaba con tu amor como embeleso).
No supiste ser apoyo en mis caídas,
no comprendiste mi afán ni mis ensueños.
Y así el tiempo y el destino dispusieron
darle otro final a nuestro empeño;
yo soñaba con querernos siempre mucho
y ante mis ojos ¡pereció ese sueño!
Rafael