Porque cada suspiro mío
contiene llamaradas,
contiene aquel anhelo
hecho realidad,
simplemente al poder seguir estando.
Porque mi anhelo está en vivir,
aunque también supongo,
que se extiende el gozo
de tanta creación;
hasta el umbral en que la muerte aguarda.
Bien pensando, yo elijo,
asignarme el deber de apercibir;
multitud de expresiones que se muestran.
Maduro al comprender,
con el fin de valerle;
como abono a esta tierra.
Sentidos abiertos,
sentidos cerrados.
Vista, olfato y tacto,
la escucha y el gusto;
placer y disgustos,
extensos espacios,
cuales añadiéndose
engrosan el carro.
Novicios sonidos,
presentes, futuros,
pasado enraizado
en constelaciones,
y en la gravedad
leve de las atmósferas,
que están esperando.
Quién es capaz de dejar de escribir,
cuando se multiplican las cosas por contar.
Quién puede permitirse el morir,
cuando con su abanico,
audazmente la vida,
nos ventea un sinfín;
infinitas auroras y crepúsculos.
Sería de idiotas;
arrugarse o desfallecer.
Absurdo sería,
sufrir de ceguera
ante suma gracia y prodigios,
cuales esplendidos se ofrecen
entre tantas especies; como frutal cultivo.
Quien opta por perderse,
o asume gratamente la sordez,
o decide esquivar
la verdad del continuo existencial;
el completo nacer nunca jamás conoce:
es difunto precario bajo un rito noctámbulo,
donde sonámbulo, declama su somnolencia,
mientras sus respiros son abortados
por cansinos bostezos,
que le impiden tomar el cáliz, levantarse.
Él vaga pululante como un zombi.
Disfruto de la paz,
la advierto;
por antes conocer
la mecánica de armas y de guerras.
Degusto al máximo el amor;
porque me sentí lleno;
de intensa ira y de rabia
congregada por celos.
Despierto ahora estoy,
lúcidamente atento,
a lo que tengo y venga.
Escogiendo me asigno,
comprometido,
prestarle, regalarle mis sentidos,
al brillo que reluce
especial,
lúdicamente,
conformando las formas sin norma de la vida.
318-omu G.S. (Bcn-2012)