Miguel Angel Ortigoza García

POR EL GUSTO DE OLVIDARTE.

Se acabó el peregrinaje

por la duda y las angustias.

Talvez sellaron mis huellas

las arenas mendicantes.

 

Habrán quedado dormidas

la llovizna en tus cabellos

y la música perdida

entre nubes de verano.

 

Solo ha quedado una flor

la inquieta flor del silencio

cual telaraña o ceniza

en mi mente enardecida.

 

Aquel ángel consecuente

que hacía guiños a tus besos

gritó un estertor quemante

cuando comenzó la nada.

 

Desapareció el martirio

Como sombra en luz de aurora,

y en un tañer han huido

las aves del campanario.

 

Corre, vuela, vete amor mío.

Hoy disfruto el pan de vida.

Por el gusto de olvidarte

ya se ha curado mi herida.