¿Sabes algo…?
Me encanta lo prohibido:
lo prohibido de tus manos
y del roce de tu piel.
Lo prohibido de abrazarnos
y la emoción contener;
la censura de tus labios,
al besarnos no poder.
Sí… me encanta lo prohibido,
lo prohibido de tu ser.
¿Qué diera yo por poder tenerte?
Por pasar contigo el atardecer;
no me importa lo que diga la gente:
ellos sólo juzgan sin saber.
¿Egoísta?... tal vez;
pero me regalo a ti sin comprender
por qué me encanta tanto lo prohibido
de tus ojos, tu perfume y miel.
Regálate un segundo libremente,
aunque sea un pequeño instante, hermosa mujer;
dejemos que el tiempo nos diga si lo prohibido
nos llevará poco a poco hacia el placer.
Regálame un instante solamente
y déjate en mis brazos renacer.