Observó desde la ventana del living, sentado en su escritorio favorito
un día de soles a pleno, con algunas nubes que decoraban el firmamento
burlonas con alma de arrabalero.
Vino a visitarlo al alba, como todo los días… Dolores
Cree que es una vieja novia y tiene miedo de preguntar.
A veces sale de golpe sin despedirse
otras se queda, en un devenir de horas interminables
que lo ahogan, lo asfixian
hasta estrujarle los últimos vestigios de salud y lozanía.
El pino de la vereda se funde con otros verdes difuminándose
creando un clima de libertad.
Por momentos no sabe si se mueven las cortinas
o él se mueve perdiendo el halo de realidad.
Dejo por un momento el libro “El juguete rabioso”
su lectura lo tenía enfrascado. Dolores había desaparecido.
La situación se repetía en los talleres de escritor o en el pequeño teatro
donde jugaba con los personajes.
Con Dolores los une el mismo desconsuelo
se mete en sus fibras y las oleadas son cada vez más fuertes
hasta el punto de cambiar la realidad de las cosas.
Sus manos se nutre de ella y tiene que hacer pausas para escribir.
La imbricación que trastoca su carácter
se esfuma como la briza fresca que golpea su rostro.
La vio llorisquear y buscar sus debilidades
se apodero de sus terminaciones nerviosas
encaramándose en su ser .
Prosiguió su camino de incertidumbres y aciertos
donde Dolores era” la extraña dama”
de aventuras y desconsuelos
que transformaba sus células y masifica su esperanza.
Autor: Segovia Monti. http://loscuentosdesm.blogspot.com/