La tarde se sonroja en su mirada,
el cielo ante su risa enmudeció.
La brisa en sus cabellos enredada,
secretos de otros tiempos musitó.
Su boca de niñita emocionada,
alientos de ternura perfumó.
Sonoras cataratas de alegría,
escurren melodiosa sinfonía.
La tarde con su magia acostumbrada,
en cielos coloridos se brindó.
El sol, bola de fuego anaranjada,
detrás de enorme nube se ocultó.
Un cúmulos de forma acolchonada,
de pronto el firmamento oscureció…
La brisa se levanta en rebeldía,
brotando en refrescante algarabía.
La sombra por el viento despeinada,
del suelo con firmeza se aferró,
erguida en su silueta perfilada,
la estilizada sombra se alargó.
Escruta el firmamento acongojada,
constata que el sol reapareció.
El cielo resplandece en fantasía,
brillando en fulgurante pedrería.
La tarde de belleza coronada,
el rostro de la niña enterneció,
gozando del instante fascinada,
en eterno recuerdo lo forjó.
Mil tardes pasarán por su mirada,
más ese dulce encuentro la marcó.
La tibia gentileza de aquel día
suavidades del alma regaría.