Los décimos resplandores grises.
La espesa corbata de los humos violentos.
La suma obscura de los fragmentos corporales
arrasa estremecimientos campanarios sobre la tierra
inadvertido rocío de los óxidos.
Los empíreos puntos cardinales de los poros
me tragan en el marco resquicio sudoroso.
El autismo biológico de esta placa combustión
substancia jadeante a vapor
eructos del tiempo
caen en los deslaves combos de esta ciega ovulación
y me quema su ignición a plomo en que respiro
y me corroe la calefacción química. . .
. . .cuando suspiro.
El brasero termoeléctrico de las fábricas
es la cría nocturna de los plásticos
convulsiona el turbio perfil sobre el iridiscente oleaje de los sismos
invisibles residuos en la calvicie de los vientos.
En mis labios calcinados se concentra el carbón derivado.
La irritante mucosa de los fríos bronquiales
ha sido la simbiosis biológica de la especie
fumigando viscoso insecticida a los glaciares
gastándose la cabellera del horizonte.
En las verdes pupilas
los roces sombríos de la mina
la axila de la masa son círculos de poción ingerida
etéreo depredador indivisible
en la quinta instancia en los dientes de la telaraña.
Los nutrientes vientos quiebran mis raíces
el cepillo húmedo de la caliza-escama
turbina caliente de la tolva de los radares
caen al silencio entre la irritante bilis de la bruma.
La anemia silba entre las rampas
esculpiendo arrodillada fatiga de los profetas.
Bernardo Cortés Vicencio
Papantla, Ver; México