Alebrije

Confesiones amorosas

 

Nuevamente pensé en ti,

te necesité y te busqué,

te necesité como el aire

como los días y las noches;

el tiempo que no tenemos,

esos momentos  sin compartir.

 Te imagino, sin tus días,

sola con tus noches,

tus noches, de eterna espera,

acompañadas por mil desvelos,

sola,  con tus imágenes,

tan lejanas,  tan  ajenas.

 

Como los pájaros llaman el  alba,

así,  evoqué  y anhele tu imagen,

iluminada por el aura de tu rostro

tu rostro de  melancólica   belleza.

 

Con tu boca de encendidos labios

con forma y  sabor de la  toronja;

que como emisarios amorosos

insinúan alguna estación del año.

 

Repasé tus formas,  tus maneras ,

el correr de tus días y tu entrega;

te imaginé como mis versos;

sin artificios, sin rimas, ni metro ;

esperando como una tarde,

como las lunas de octubre,

radiante, desnuda y expuesta,

a la intemperie de mis besos.

 

Evoqué tus naufragios y partidas,

y como espuma a las cascadas,

el perfume dejó las gardenias,

impregnándose en  tu pelo,

para  emanar eternamente;

seducido como el colibrí,

por el aroma de tus flores,

descendí y me quedé, ahí,

en el origen de la vida.

 

El resplandor de tus ojos,

asomó como la mañana,

entre  las rejas de tus pestañas,

reflejando en el arco de tus cejas

la  forma sin fin del arco iris,

que como un  puente nos lleva,

hasta el valle del crisol de Eros.

 

Y  la  luz de la eternidad

como hálito de  luna,

se quedó  en tus ojos;

 se resbaló por tu boca

y nuevamente navegué,

por tus días y tus noches,

en cada sonido y palabras,

que en el viento me guían.

 

Las profundidades de tu vida,

llenaron mi cuerpo y mi alma ,

tus voces de amor me gritaron,

y al final como naufrago, sediento,

bebí el amor en tu boca

y me quedé pleno y flotando,

en el horizonte de tus besos